Los tiempos modernos
El nacimiento del nacionalismo vasco se acompaña, a principios del siglo XX, de una toma de conciencia de lo que podría ser la identidad vasca. En el País Vasco sur, los poetas como Lizardi, Lauaxeta y Orixe aportan un aliento nuevo a la literatura en euskera, mientras que en el norte, la figura de Jules Moulier "Oxobi" se ampara de la lengua vasca para ofrecerle el brillo y la frescura de una poesía renovada. Sus escritos, un día u otro, se convertirán en canciones, hasta tal punto es verdad en este país que toda poesía popular se canta.
En 1936, el golpe de estado franquista y la guerra que le sigue en España cristalizan el sentimiento nacionalista. La represión feroz no perdona en absoluto a los poetas : como Federico García Lorca en 1936 en Granada, Lauaxeta y Aitzol, de la revista Yakintza, serán ejecutados en 1937 en el País Vasco. De la resistencia de los combatientes vascos nos queda un canto de lucha, Eusko Gudariak (los combatientes vascos), cantado aún en nuestros días. La segunda guerra mundial y el establecimiento de la dictadura franquista van a frenar, momentáneamente el despertar de la cultura vasca. Pero en los años 60, el País Vasco va a conocer, como el resto de Europa, una verdadera efervescencia social y cultural.
LA NUEVA CANCIÓN VASCA
Se puede considerar al sacerdote guipuzcoano, Nemesio Etxaniz (1899-1982), según el historiador e investigador Xabier Itzaina, como "el verdadero precursor de la nueva canción vasca o canción comprometida". Después de él, Mixel Labéguerie (1921-1980), hombre político y artista, se afirmará como el hombre de la transición. Sus textos innovan por el carácter de su mensaje político y social, ofreciendo una verdadera visión de identidad del País Vasco. Sus composiciones sorprenden por su riqueza melódica y su frescura. Y nadie antes que él, en el País Vasco, se acompañó de una guitarra, introduciendo incluso el ritmo llamado zortziko (en 5/8) en sus canciones. Su canto Gu gira Euzkadiko gazteri berria (Nosotros somos la nueva juventud del País Vasco) se convertirá rapidamente en el símbolo de toda una generación de jóvenes aberzales (patriotas vascos). Sin dudarlo, Mixel Labéguerie ha abierto una vía, seguida poco después, en el País Vasco norte, por nuevos autores-intérpretes, influenciados por la canción protestataria internacional y en especial por la canción comprometida francesa : Manex Pagola, Peio Ospital y Pantxoa Carrère, Beñat Sarasola o también Eñaut Etxamendi y Eñaut Larralde. "Todos ellos vuelven a tomar el legado de Labèguerie, pero añadiéndole una dimensión social a la afirmación patriótica", precisa Xabier Itzaina.
En el sur, donde la dictadura franquista prohibió cualquier forma de expresión política, y más aún en vasco, aparece una nueva escena artística e identitaria, especialmente con la experiencia del colectivo Ez Dok Amairu (1965-1972) que reúne a artistas célebres hoy, como Benito Lertxundi, Xabier Lete, Lurdes Iriondo, Mikel Laboa, Jose Angel Irigarai, el escultor Jorge Oteiza o también Jesus y Josean Artze.
En los años 70, los kantaldi (conciertos dados por artistas vascos) reúnen a un público cada vez más numeroso. Las salas, al rojo vivo, entonan con fervor los estribillos que reivindican el deseo de soberanía, la amnistía para los presos políticos o la libertad de expresarse en euskera. Telesforo de Monzón, hombre político y poeta, autor de numerosas canciones interpretadas especialmente por el duo Peio y Pantxoa, simboliza el lazo de unión que durante ese periodo unirá a los vascos de un lado y otro de los Pireneos.
Después de la muerte de Franco, en 1975, la lengua vasca sale poco a poco de la clandestinidad y la canción traduce la esperanza y las aspiraciones de la sociedad vasca. El 17 de junio de 1978, 40 000 personas ocupan el estadio San Mamés en Bilbao para el concierto de clotura de la campaña Bai Euskarari (Sí a la lengua vasca), en apoyo de la Academia de la lengua vasca. Todos los representantes de la nueva canción vasca están presentes en ese acto cuya dimensión única marcará a la vez el apogeo y el principio de la decadencia del movimiento surgido alrededor del fenómeno kantaldi. Pronto se verán sustituidos por otros artistas que integrarán, a su vez, las corrientes musicales de su tiempo.
EL ROCK VASCO
Tienen veinte años en los años 70. Uno nació en Aussurucq, en Soule, y creció en París. El otro vio la luz a orillas del río Nive en Ustaritz, y no ha salido de su País Vasco natal. Ambos han escuchado a Elvis Presley, los Beatles, los Rolling Stones y Bob Dylan, y van a producir un verdadero "choque cultural" al decidir hacer música rock en vasco, en el País Vasco.
Niko Etxart – con el grupo Minxoriak – y Anje Duhalde – que junto con el guitarrista Mixel Ducau funda el grupo Errobi – son sin lugar a dudas los precursores de ese fenómeno que se convertiá después, en un auténtico género musical : el rock vasco. Si continúan hoy su carrera de artistas en solitario, arrastraron tras ellos, siguiendo sus huellas, a músicos como los del grupo Itoiz, que marcaron la canción vasca de los años 80 con el sello "rock sinfónico", y a una nueva generación que, con los grupos Kortatu, Hertzainak, Negu Gorriak o también Su Ta Gar, van a dar al rock una tonalidad de rebelión urbana y radical, cuyo eco se deja escuchar hasta nuestros días.
El rock vasco se declina a partir de entonces hasta el infinito yendo por todos los lugares posibles, al encuentro de su público, especialmente con ocasión del festival Euskal Herria Zuzenean (País Vasco live) que desde 1996, reúne cada año en el País Vasco interior a miles de personas alrededor de numerosos artistas de la escena vasca y de fuera.
LOS AÑOS 2000
"Un pueblo vivo es un pueblo que canta", declaraba en 1922 el Padre Donostia. Cierto es que no se canta hoy en el País Vasco como se cantaba ayer. Las voces son más discretas en las iglesias y los bares, en las plazas y en el campo. Voces que se escuchan aún en las fiestas, las comidas, o las corales, cuyo éxito en este país no se ha desmentido nunca. El repertorio popular sigue estando presente y vivo. Pertenece a todos y a cada uno.
Los que trabajan en la cultura hoy en el País Vasco lo han comprendido bien : desde hace años las asociaciones cumplen un trabajo remarcable con los niños, en las corales, en las escuelas de improvisación, o también organizando concursos de canto a escala del País Vasco completo.
El programa Kantuketan, iniciado por el Instituto Cultural Vasco, ha permitido a un amplio público el redescubrimiento del canto vasco en su dimensión histórica, social, literaria, pedagógica, y en consecuencia su gusto por el canto. Así pues, los artistas juegan un papel determinante. Ofreciendo versiones de esos cantos renovadas continuamente, reinventando el repertorio con sonoridades nuevas, gritando su rebeldía con palabras y sonidos de hoy, exploran todas las vías que se ofrecen a la creación.